miércoles, 20 de octubre de 2010

SOUSSE


Después de desayunar, hemos cogido un tuk-tuk (2TD) para ir a Sousse y visitar esa antigua ciudad, que tiene lugares y gentes interesantes que conocer. El tuk-tuk nos ha dejado justo al lado del mar, y hemos recorrido a pie la Avenida Habib Bourguiba, principal arteria comercial de la ciudad hasta llegar a la Plaza que da a la Medina y a la Gran Mezquita i Er Ribat, que hemos visitado nada más poner los pies en la ciudad. 



Por 5 TD hemos podido acceder al patio de la Gran Mezquita de Sousse y tomar fotos tanto del patio como del interior, pero siempre desde el patio, sin acceder en ningún momento a su sala de oración. Resulta extraño que eso sea así, teniendo en cuenta que la mezquita es un lugar de oración, pero nunca un lugar sacralizado para los musulmanes, aunque se halle separado del resto de la ciudad y del mundanal ruido de los mercados.
La visita vale mucho la pena tanto por su belleza armónica como por su antigüedad, se construyó en el siglo IX bajo la dinastía de los aglabíes. Está en un buen estado de conservación y lamentamos no poder acceder a su interior para apreciar la belleza de su sala de oración, así como su mirhab, pero no podemos más que conformarnos con lo que nos permiten ver. 






Al lado de la Gran Mezquita se halla Er Ribat, que también data de la época de la dinastía de los aglabíes. Se trata de una magnífica fortaleza con una imponente torre vigía, que permite una amplia vista alrededor, para avistar posibles peligros de las invasiones cristianas, así como de los piratas del mar. El Ribat ofrecía cobijo a los viajeros así como a los mercaderes, y cuando acechaba un fuerte peligro, también acogía a la población local. Alrededor de la construcción se encuentra un patio cuadrado interior, que es el centro de la fortaleza. Recorremos todas sus estancias y celdas y nos subimos a su torre desde la cual avistamos toda la ciudad y también el mar.










Atravesando la Medina de un extremo a otro, alcanzamos la Kashba, que no podemos visitar, pues se encuentra en obras de restauración, i nos conformamos con recorrerla exteriormente, sin acceder a su interior. Creo que una vez concluidas las obras merecerá bien la pena una visita. Desde el exterior no podemos más que imaginarnos su grandiosidad, y reconocer los esfuerzos que está haciendo el país para conservar y restaurar su patrimonio para poderlo mostrar al mundo, y que éste reconozca su pasado glorioso.




La Medina de Sousse dispone de una muralla que hoy día se conserva en muy buen estado y que es en sí un autentico monumento, además de permitirnos hacernos una idea de la ciudad antigua con sus callejones estrechos y sus comerciantes y mercadillos que aun hoy tienen lugar, como seguramente siglos atrás.

Entramos en un mercado interior de verduras, frutas, pescado y carne, y nos maravillamos por encontrar todas estas mercancías frescas y muy bien dispuestas. Los vendedores ofrecen con gritos su mercancía, como sucede también en nuestros mercados y animan a sus clientes a comprar, mientras regatean y negocian precios. 








Comemos en el restaurante El Safran de la medina, un pequeño comedor donde los locales comen bien por poco dinero. He pedido para Assumpció pescado frito sin ninguna salsa, acompañado con un poco de arroz hervido, pues todavía acarrea sus problemas de estómago que hemos de atajar.
Casi sin darnos cuenta nos topamos con el alminar octogonal de la Zaouia Zakkak, que data de la época otomana y que lleva el nombre del morabito que habitaba aquí y que fue enterrado en su casa. No podemos tampoco acceder al interior, solo atisbar desde el exterior el patio y las celdas que se alinean a su alrededor donde están los estudiantes.

La medina de Sousse dispone de muchas tiendas, y tenderetes que ofrecen al viajero y al local todo tipo de productos y uno no se cansa de pasear por sus callejas dejándose llevar azarosamente, perdiéndonos por sus laberínticas callejuelas para descubrir lugares curiosos y escondidos.



En un lugar apartado de la medina y junto a las murallas se encuentra Dar Essid, una magnífica casa que aunque data del año 1.000 y es una de las más antiguas de la medina, su decoración recrea el hogar de una familia acomodada del siglo XIX. Merece mucho la pena su visita, pues nos permite apreciar la arquitectura de la casa tradicional que se estructura alrededor de un patio interior. Visitamos sus estancias, y nos hacemos una idea de lo que fue su vida así como de los muebles, la decoración, la ropa y sus baños y cocina. Assumpció se escandaliza, al ver que el propietario de la casa disponía de dos mujeres, con las que compartía un amplio lecho, pero que una vez concluido el acto sexual, esta mujer dejaba el lecho del marido, para ocupar un pequeño catre que se encuentra justo enfrente.












De regreso a Port el Kantaoui, tomamos de nuevo un tuk-tuk y aprovechamos para pasear por la marina de Kantaoui, antes de regresar al hotel para cenar.

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