viernes, 22 de octubre de 2010

MONASTIR


Para ir a Monastir cogemos el autobús regular en Sousse, por 1,30 TD, que nos deja en el centro, justo a unos pocos metros de donde queremos ir. Monastir resulta mucho más fácil de recorrer, por ser una población más pequeña y tener todos los lugares que queremos visitar uno al lado del otro. Se nota un ambiente más tranquilo, da la sensación que sus visitantes llegan en autobús y tan pronto han visto lo que venían a visitar desaparecen con el mismo autobús que les había traído.





Visitamos el Ribat de Monastir, quizás el más importante junto al de Sousse. Nos dejamos embriagar por sus piedras, sus pasadizos, escaleras y como no por su torre, desde la que hay una panorámica esplendida.
De nuevo comprobamos los esfuerzos que se han hecho, para restaurar esta fortaleza, y presentarla al mundo como un baluarte de su patrimonio, que ayude a explicar el majestuoso pasado de este país que resulta ser un cruce de culturas como todos los países del mediterráneo. Nos maravillamos de poder no solo contemplar, sino también recorrer sus estancias y espacios para impregnarnos de su espíritu.










Nos encaramamos a la torre de la que disfrutamos de una estupenda panorámica de la ciudad, desde la torre vemos a un lado el mar, su playa y sus terrazas, y del otro lado la gran mezquita que data del siglo IX y la mezquita Bourguiba que por ser viernes llama a sus fieles a la oración y propaga al exterior por sus altavoces los discursos de sus imanes y mullahs. 




A continuación visitamos la Tumba del soldado desconocido y siguiendo la gran explanada adoquinada, llegamos al mausoleo de Habib Bourguiba, ex-presidente de Túnez y figura venerada por todos sus habitantes, por haber sido el gran propulsor no solo de la independencia del país sino también de su modernización.


Se trata de un edificio noble, que sigue todos los cánones del arte musulman tradicional, simetría, orden, armonía y belleza, que nos invitan a su admiración. En su interior la tumba del pro-hombre y detrás, también en el interior la de sus familiares más allegados. Por su increíble belleza atrae a todos los visitantes y aunque sea un mausoleo, invita a pasear mientras se contempla su belleza. Justo al lado el cementerio de la ciudad con algunas tumbas de morabitos, se integra naturalmente en todo el conjunto, y que visitamos para reconocer su simplicidad y su anonimato que contrasta con la esplendida tumba de Bourguiba.








Comemos en un restaurante terraza que hay a unos pocos pasos de la mezquita de Bourguiba. Buena comida a un precio razonable, y sin el agobio de un turismo masivo que llena los lugares más concurridos. Nos tomamos unas buenas cervezas para aplacar la sed que tenemos, pues hace calor.
Después de comer, recorremos las limpias y ordenadas callejas de la medina de Monastir, y sus puestos comerciales. Notamos la poca agresividad de sus comerciantes que contrasta con los de Sousse, lo que nos permite pasear más tranquilamente y contemplar mejor la mercancía que los comerciantes tienen expuesta. Comprobamos que los precios son también mejores, aunque no acabemos comprando nada, para evitar cargarlo en nuestra mochila.




Para regresar a Sousse escogemos el Louage, una especie de furgoneta o minibús que por un bajo precio nos deja a las afueras de Sousse. Necesitamos tomar un taxi que nos lleve hasta el centro de Sousse, y aprovechamos un par de horas para recorrer la medina y comprar cerámica, antes de regresar a Port El Kantaoui en nuestro ya habitual tuk-tuk.

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