miércoles, 20 de octubre de 2010

EL ARTE DEL REGATEO

Al andar por las callejuelas de la Medina antigua los comerciantes se nos acercan y simulando interés por nosotros nos preguntan por nuestra procedencia y si no respondemos ellos arriesgan una posible respuesta según sea nuestro aspecto o hayan oído algunas palabras de nuestra conversación, de forma que una vez saben de que país somos os preguntan sobre la ciudad de la que procedemos, y así según seamos de Barcelona, Madrid, País Vasco o otras partes del Estado Español establecerán un precio tope en su negociación con nosotros y nos ofrecerán un precio u otro por la mercancía que quieren vendernos. 



Así que no seamos ingenuos, y no pensemos que su interpelación es un simple interés por nuestro país sino más bien, por nuestro bolsillo, pues saben perfectamente que seamos de una parte u otra de España nuestra renta y nuestro nivel de precios es distinto y así van a poder sacar un mayor provecho si somos de Barcelona con un mayor nivel de precios que si somos de Guadalajara u Cáceres, por poner un ejemplo, donde el nivel de precios es más bajo que el de Barcelona. Una vez saben de que ciudad procedemos, nos asaltan con un reclamo, como “los precios más baratos de Túnez” o “la mejor calidad” y una vez han atraído nuestra atención y han conseguido parar nuestra marcha, intentan saber que producto es el que realmente nos interesa, y nos empujan a decir cual es ese producto, para a continuación entrar en una negociación de precios, en la que el único que sabe verdaderamente el precio es el vendedor, pues nosotros solo sabemos que cuando el vendedor ya no se interese por nosotros es porque nuestro lindar de precio es demasiado bajo o poco interesante para el vendedor, pues puede conseguir una venta a un turista de una nacionalidad con más poder adquisitivo y que esté dispuesto a pagar más por la misma mercancía que nosotros.
Un sistema que se basa no en el coste del producto y el margen esperado, sino en el precio máximo que cada uno de los compradores esté dispuesto a pagar como máximo, sin que esté precio esté por debajo del precio de coste total.




El comprador debe resistirse a comprar en la primera ocasión y sin embargo debe ser capaz de escuchar y retener los distintos precios que se le ofrecen por el mismo producto que irá encontrando a lo largo del mismo mercado, pues la variedad y la calidad de los productos es muy estrecha y todos ellos se van repitiendo a lo largo de la misma medina. Al hacerse una idea de los precios de lo que quiere realmente comprar, y conocer la flexibilidad a bajar los precios de un producto estará en mejores condiciones de comprar, pero nunca de ganar al vendedor que conoce el precio de coste y los precios máximos que han pagado otros turistas como nosotros.




Un consejo cuando hayamos comprado un producto por un precio y veamos en otra tienda un precio menor no nos sintamos engañados, pues antes que nada seamos conscientes del precio barato que hemos pagado en comparación con el precio que pagaríamos en nuestros países de origen.

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